miércoles, 5 de mayo de 2010

UNA DE ROMANOS

1.986

Después de ese enamoramiento platónico del Profesor de Inglés, mi corazón poco a poco iba cicatrizando esa pequeña herida que en su momento me pareció uno de los mayores dolores amorosos que podía sufrir en la vida (que equivocada estaba).
El verano de 1.986 fue muy especial e inolvidable para mi. Tenía 16 años y mi cuerpo empezaba a despertar al amor, al placer, a la necesidad de ser acariciado…..
Eran fiestas en todos los pueblos de alrededor, llenas de jóvenes del lugar y veraneantes que al igual que mi prima y yo, deseaban poder darte un beso y si podían, acariciar piel desnuda y suave de una chica.
Resultaba tremendamente complicado zafarse de la mirada de mi hermano y mi primo que eran los que tenían que cuidar de sus hermanas pequeñas…..ufffff. En cuanto desaparecías de su vista diez minutos ya te andaban buscando como sabuesos. Por eso me trae tantos recuerdos a mi cabeza la canción de J.Sabina….Una de Romanos ”la nena se dejaba besar que no la pille su hermano”….Inolvidable.
Cuando te ponías a bailar pegados, sentías como tus pechos pequeños (aún hoy siguen pequeños) rozaban su pecho y como su erección rozaba tu vientre. Ninguno de los dos nos atrevíamos a decir absolutamente nada por miedo a romper la magia de ese momento.
Apenas oíamos la música, solamente el ritmo fuerte de nuestro corazones y algún gemido inesperado que llegaba a la boca. El sutilmente y con miedo a una reacción contradictoria, besaba mi cuello esperando una reacción mía que podía ser una bofetada u otro beso parecido en su cuello. Jamás he dado una bofetada a nadie a cambio de un beso, aunque fuese robado, así que mi reacción siempre era la de corresponder a ese beso. Y mientras nuestras mejillas se rozaban llenas de ternura y amor adolescente, nuestras bocas se deseaban febrilmente, pero cuando estaban a punto de sellarse, la mano de mi hermano en mi hombro me obligaba a dejar de bailar con él y olvidarme de lo que hubiera podido ser mi primer beso.
Y así pasó ese verano de fiesta en fiesta, divirtiéndonos, flirteando, conquistando corazones, pero sin mas roces que lo que te permitía tu hermano mayor.
Estaba claro que tendría que seguir intentándolo hasta conseguir MI PRIMER BESO.



 
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