viernes, 15 de abril de 2011

MI PRIMER BESO

1.987-Primavera

Llegó la primavera de 1987. Aquella relación había superado ya los 4 meses, estaba enamoradísima y aunque por aquel entonces yo tenía mis 17 añitos muy desarrollados y él 24, sentía que aquel amor iba a ser eterno. Estaba acabando el COU y me sentía una reina cuando antes de tocar el timbre para salir de clase, las chicas nos asomábamos a las ventanas del Instituto y me decían Lola, ahí tienes a tu chico, pero mira que está bueno el condenado y típicas risitas tontas de adolescentes.

Cada tarde íbamos al parque de enamorados que teníamos en la ciudad, y la verdad que ahora cuando voy a él sola, me da pena ver como el tiempo va estropeando la sensibilidad de la gente y con ello todo lo que le rodea, porque ahora parece el típico parque para sentarse gente solitaria a tomar el sol, pero antes…un antes, había niditos de amor amparados por setos y bancos que los paseantes no veían absolutamente nada de lo que allí se cocinaba. Debe ser que ahora la gente no se mete mano o tienen mejor opción donde ir, pero de aquella o ibas al parque, coche si tenías o te quedabas con las ganas, así que imaginaros el frío que rascabas en invierno, te bajabas lo justito y punto, pero esa es otra historia.

Todas las parejas paseaban alrededor de los reservados del parque esperando a que acabasen unos para meterse otros. Aquella noche estaba libre uno de ellos y nos pusimos apoyados de pié sobre la espalda del banco y solamente nos abrazamos, pegados pecho con pecho y poquito a poco iba subiendo nuestra temperatura. Solo se atrevía a besarme la mejilla (no almejilla que es distinto), pero a cada beso de cara o cuello, mi pelvis presionaba su bragueta que estaba explotando, y le ofrecía mi boca pero siempre la rechazaba, supongo que porque era primerizo como yo, pero yo estaba mojadísima, tiritaba y necesitaba ese beso de cuento con el que siempre había soñado. Ser besada por primera vez….Dios mío, que se sentiría? Me crecerían alas? Cuando se atrevió a acariciarme un pecho creí levitar. Os juro que estuve a punto de meterle mano yo hasta ahogarlo en besos y saliva, pero como siempre el que “pensará” estaba presente en mi cabeza, así que no forcé nada. El estaba muy tenso y empalmadísimo y decidió irse de allí. Casi me hecho a llorar porque pensé que no sentíamos lo mismo. Mi beso se había esfumado.

Fuimos a tomar un café y tenían un sitio un poquito mas apartado del bullicio de la gente, porque de entonces todos los cafés y pub tenían reservados donde la gente daba rienda a sus deseos (ahora ni eso), y parece como si escuchase ahora mismo la canción que estaba sonando “Europa de Carlos Santana”. Nos pegamos muy juntitos en las sillas y recosté mi cabeza sobre su hombro mientras sonaba esa bellísima canción y de repente, él acercó sus labios a los míos y me besó. Un beso laaaaaaargo con lengua, cálido, chupetones para poder tragar tanta saliva y os juro que creí levitar. De repente en mi cabeza dejó de sonar la música y mis oídos empezaron a silbar y creí que iba a desmayarme. Jamás he vuelto a sentir aquella sensación tan divina con un beso.

Salimos de allí y me acercó a casa porque ya eran las 10 de la noche y era mi hora de aparecer ante papá y mamá, pero en el portal volvió a repetir ese beso y esta vez su mano acarició mi sexo debajo de mi faldita corta, con la misma sensación de desmayo y entonces supe que no tardaría en entregarme a ese chico en cuerpo y alma, aunque me hubieran dicho que tenía que ir virgen a casarme. ¿Quién podía resistirse hasta la boda?


 
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